A quienes hoy enfrentan la pérdida de seres queridos y daños a su patrimonio por las tormentas y deslaves.
El día de ayer, 19 de septiembre, recordamos a las víctimas del terremoto que azotó en 1985 a la República Mexicana, en particular a la ciudad de México. Sus enormes efectos fueron sufridos por miles de familias, primordialmente por aquellas que perdieron a sus seres queridos y su patrimonio.
El impacto provocado por el sismo y su principal réplica al día siguiente fue desolador. Todas las instituciones del Estado mexicano, sin excepción, actuaron de inmediato apoyadas por una ciudadanía deseosa de colaborar en el rescate de vidas y apoyo a las víctimas.
El país no contaba entonces con un sistema de respuesta a contingencias que permitiera actuar con seguridad y eficacia, ni personal especializado a la altura de la magnitud del desastre. Ese mismo año se creó el Sistema Nacional de Protección Civil que se extendió en todo el país y hoy integra una fortaleza institucional en la materia, que incluye leyes estatales y Atlas de Riesgos en estados y municipios para enfrentar los desastres, en especial los derivados del calentamiento global.
En estos momentos México enfrenta una nueva situación de emergencia derivada de las intensas lluvias generadas por los fenómenos meteorológicos Ingrid y Manuel, que han afectado severamente a los habitantes de dos terceras partes de México, especialmente en los estados de Guerrero, Tamaulipas y Veracruz. Desde los huracanes Karl y Matthew en 2010 no se había registrado una contingencia como la que estamos presenciando.
El Presidente de la República ha actuado con admirable responsabilidad para activar personalmente la acción coordinada de secretarios de Estado en las zonas afectadas y así atender las emergencias presentes.
México está altamente expuesto a los fenómenos hidro-meteorológicos y sísmicos, por lo que se necesita optimizar la operación del Fondo de Desastres Naturales de México (Fonden), para que la respuesta sea eficaz y expedita. Es también necesario potenciar los seguros agrícolas y ganaderos para evitar que las consecuencias del desastre natural se trasladen a la esfera económica.
Debemos crear conciencia de ello en los centros educativos y en los hogares y mantener estrecha coordinación con los medios de comunicación, que han jugado un papel de enorme importancia en esta tarea. La protección civil es responsabilidad de todos.
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