Fidel Herrera
26 de abril de 2012
México vive una etapa determinante para
su futuro. Tomar decisiones acertadas será punto de partida para
refundar el sistema institucional y así encaminarnos hacia un modelo de
desarrollo más competitivo y una democracia más funcional. El resultado
de la próxima elección presidencial será clave para definir el rumbo que
tomará la nación.
Diversos estudios ya han identificado
las debilidades de nuestro sistema, así como las ventanas de
oportunidad con las que cuenta para impulsar los cambios. Un ejemplo
reciente es el estudio Futuro para todos. Acciones inmediatas para
México, de los economistas Claudio Loser y Kohli Harinder, en el cual
señalan que la modernización del Estado es fundamental para alcanzar un
crecimiento económico sostenido.
Pero no sólo eso, ambos analistas
señalan que México tiene el potencial de alcanzar los niveles de ingreso
per cápita de países desarrollados, siempre y cuando el nuevo gobierno
logre hacer viables las reformas estructurales que demanda el desarrollo
nacional. Tales son los casos del acceso a la energía a precios
competitivos, la disminución de las desigualdades, una reforma fiscal
verdaderamente integral, y sobre todo, el establecimiento de mecanismos
que controlen y regulen de manera más efectiva a los monopolios.
La dirigencia política de la próxima
administración deberá instrumentar un Consorcio para la Modernización
del Estado, que sin importar modelos ajenos a las necesidades del país,
pueda generar mayores capacidades para responder a las demandas de la
ciudadanía, y que incluya, como bien ha propuesto el candidato
presidencial de la Coalición Compromiso por México PRI-PVEM, Enrique
Peña Nieto, un sistema que otorgue créditos a la población interesada en
insertarse en el aparato productivo, pues es indispensable terminar con
la cultura de la dádiva, qué sólo ha reproducido la pobreza. En este
rubro también subrayo su propuesta de crear el Consejo Consultivo
Empresarial para establecer compromisos concretos con los sectores
productivos para detonar el crecimiento económico y la generación de
empleos.
La innovación institucional está
estrechamente ligada con la competitividad y sólo lográndola podremos
ocupar los primeros lugares en la economía global. El Estado mexicano
está al servicio de su ciudadanía, y debe ofrecer a todos los
integrantes de nuestra sociedad las condiciones y oportunidades que le
permitan su máximo desarrollo en un ambiente de sana convivencia social y
democracia política.