miércoles, 11 de mayo de 2011

Referendo y reforma política

Patria Nueva
Fidel Herrera
11 de mayo de 2011


1. El pasado jueves 5 de mayo se llevó a cabo en el Reino Unido un referendo con el fin de consultar al electorado sobre la viabilidad de modificar su sistema electoral vigente, que ha permanecido por más de cien años y cuya modificación cambiaría por completo la dinámica general de su organización política. La importancia de la consulta no es menor y el resultado adverso a sus proponentes revela que los británicos no están satisfechos con el gobierno de coalición conformado por conservadores y liberales.


Incluso, es posible advertir que si hoy se realizaran elecciones generales, con alta probabilidad los laboristas retomarían la conducción del país.

2. Recordemos que el sistema electoral británico es mayoritario, lo que implica que para obtener cualquiera de los 650 asientos con los que cuenta la Cámara Baja del Parlamento, es necesario que el partido en competencia conquiste el distrito con la mayoría de los votos en disputa.

La teoría indica que los sistemas mayoritarios suelen promover la existencia de regímenes bipartidistas, mientras aquellos que incluyen el principio de representación proporcional -es decir, los conocidos como sistemas mixtos- propician la existencia de un gran número de partidos.

3. El tema no es nuevo en el Reino Unido y ha cobrado intensidad desde que el Partido Liberal Demócrata (PLD) empezó a ganar un número considerable de votos en las elecciones generales -incluso superior al 23 por ciento en los comicios de 1987- que escasamente se tradujeron en el ocho por ciento de los escaños en el Parlamento. A partir de entonces, la inconformidad de este partido es que se encuentra subrepresentado en función del número de votantes que lo consideran como la mejor opción de gobierno.

Pese a la contundencia del argumento y al aparente acuerdo entre laboristas y conservadores sobre la necesidad de adecuar el sistema electoral a los nuevos tiempos, la inclusión del principio de representación proporcional se mantuvo por años en estado de latencia y buenos deseos.

4. La suerte del Partido Liberal Demócrata empezó a cambiar a partir de las elecciones generales de mayo de 2010. El hartazgo de la población, tras 12 años de gobierno laborista y el precario desempeño económico del Reino Unido, terminó elevando su atractivo electoral. De hecho, los 54 escaños que conquistaron en 2010 impidieron que tanto laboristas como conservadores pudieran formar gobierno sin recurrir a alianzas.

En ese escenario, el PLD se convirtió en el fiel de la balanza que finalmente se decantó por el lado conservador, a cambio de tomar los pasos necesarios para modificar el sistema electoral.

5. Ya en el poder, el desempeño del PLD y del Partido Conservador (PC) no ha respondido a las expectativas. Pese a un inicio prometedor, la coalición gobernante ha sido incapaz de solucionar dos contradicciones importantes. La primera tiene que ver con la naturaleza de su alianza. Si bien lograr acuerdos entre fuerzas políticas distintas es cada día más común en los sistemas parlamentarios, el arreglo entre los conservadores (derecha) y los liberales-demócratas (izquierda), no escapa a las indefiniciones que surgen cuando dos partidos con ideologías opuestas se unen para formar gobierno.

De ese modo, la coalición tiene una doble labor que no siempre resuelve de manera eficiente. Establecer una agenda de trabajo congruente al interior de la coalición, así como defenderla en el Parlamento frente a los cuestionamientos del partido opositor, no ha sido tarea fácil.

6. El segundo problema es que entre la población se ha instalado la idea de que dicha coalición no es capaz de retomar el rumbo del progreso ni resolver las inequidades que enfrenta la sociedad británica. Por el contrario, sin un asidero ideológico compartido y sin una brújula común, los conflictos se hacen más complejos y las decisiones más odiosas.

Con esa lógica, los militantes de ambos partidos acusan a sus dirigencias de traicionar su ideología, de incumplir las promesas y de llevar a cabo injustos recortes a la seguridad social, sin que al momento se vean los resultados de los sacrificios asumidos. Tan es así, que el Reino Unido tiene el segundo peor desempeño económico de la eurozona.

7. En ese contexto, lo que parecía un panorama propicio para que el Partido Liberal Demócrata lograra modificar las reglas del juego electoral, ha terminado en un rechazo general de la población, como lo demuestran los resultados del mencionado referendo. La derrota del llamado voto alternativo fue indiscutible: 68 por ciento en contra con una participación del 44 por ciento del electorado registrado. No hay duda de que el ánimo general de la población respecto a la forma cómo este partido esta co-gobernando el país, poco ayudó a elevar los bonos de la propuesta.

8. De este modo, lo que hoy ocurre en el Reino Unido es una lección de la que mucho podemos aprender. Por un lado, habla de la necesidad de concretar la propuesta de reforma política aprobada en el Senado de la República Mexicana, sobre todo en lo que toca a los mecanismos de consulta popular. Por el otro, demuestra que en relación al referendo, este instrumento de consulta ciudadana tiene la capacidad de destrabar las negociaciones entre los partidos cuando claramente no hay voluntad para avanzar o, en su caso, puede poner fin a discusiones que de otro modo podrían extenderse por décadas, con la consiguiente pérdida de recursos y tiempo.

9. La importancia de este instrumento democrático radica también en la generación de políticas públicas con valor para la ciudadanía. En el fondo, dar legitimidad a las acciones de gobierno. Esta experiencia del Reino Unido nos dice también que establecer alianzas sin compromiso ideológico, o incluso con ideologías contradictorias, incrementa el riesgo de que todas las iniciativas que se emprendan no lleguen a buen puerto, aun cuando sean valiosas.

10. El referendo, sin duda, será un instrumento valioso de la sociedad mexicana siempre y cuando se pueda aplicar en temas de relevancia general y en un ámbito nacional, en lugar de ser desperdiciado en consultas menores sobre temas intrascendentes, como ha sucedido en algunos penosos casos.

México requiere de nuevos mecanismos de participación social. Así fortaleceremos una cultura democrática en donde las grandes decisiones nacionales pasen necesariamente por el escrutinio del pueblo, en ejercicio de su soberanía constitucional.

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