jueves, 26 de julio de 2012

Las reformas que vienen

Fidel Herrera Beltrán
26 de julio de 2012


En días pasados el periódico El Financiero publicó una entrevista realizada al candidato triunfador en la elección presidencial del pasado 1 de julio y representante de la coalición PRI-PVEM, Enrique Peña Nieto. De ella puede sustraerse que una de las prioridades de su administración será el impulso a las reformas que den viabilidad al desarrollo nacional y hagan posible el flujo de los recursos necesarios para cumplir con sus compromisos y propuestas de campaña.

Se requiere de un régimen fiscal moderno, cuyo diseño e implementación busque el equilibrio y soporte el desarrollo armónico de la nación. Para lograrlo, adoptar una visión holística del presupuesto es ineludible, sin dejar de lado la aplicación progresiva de los gravámenes de modo que éstos sean consecuentes con las grandes diferencias que existen entre ricos y pobres en nuestro país, evitando excesos en la definición de la base gravable y en los trámites que se deben realizar para su cobro.

La construcción de un régimen fiscal moderno, simplificado, progresivo y de recaudación compartida, entre el gobierno federal y las entidades federativas y los municipios, es un ideal que lleva más de cinco sexenios sin concretarse.

La oportunidad histórica para hacer los cambios necesarios en materia fiscal se fortalece con las declaraciones de otras fuerzas políticas, en el sentido de que apoyarían las reformas estructurales a efecto de que México tenga la viabilidad que requiere y se transforme en una economía competitiva en el concierto del mercado global.

Es de suma importancia que las reformas no esperen al cambio de gobierno, su discusión debe iniciar en el Congreso de la Unión desde el primer día de su renovación. El reto está en diseñar un nuevo régimen fiscal, ello permitirá que el Presupuesto de Egresos de 2013 contemple las urgentes necesidades que demanda el país en todos sus sectores, sobre todo en el agroindustrial, para dinamizar la economía.

Serán las corrientes plurales del Congreso las que impulsen las reformas necesarias. Obviamente, se espera que los diputados priístas tomen una acción proactiva y lleven a la mesa de la negociación la agenda económica y fiscal.

La reforma fiscal debe tener en cuenta el principio federativo que une a la nación y por vez primera en décadas el federalismo fiscal sea una realidad, de modo que tanto estados como municipios logren ser copartícipes de los procesos recaudatorios y la definición de impuestos. Cortar la dependencia que tienen las entidades federativas con los recursos participables debe ser el objetivo.