miércoles, 20 de julio de 2011

Gobierno rico, pueblo pobre: carestía, riesgo para la paz social

Patria Nueva
Fidel Herrera Beltrán
20 de julio de 2011

1. En los últimos años, 121 de 123 productos incluidos en la canasta básica incrementaron su precio en casi un 35 por ciento, por lo que el poder adquisitivo de la población se ha visto seriamente afectado. En 2007 un kilogramo de frijol costaba 12.50 pesos, hoy se compra en 17.00. El arroz pasó de 8.50 a 14.00 pesos en el mismo periodo; mientras que un kilo de papa valía 5.00 pesos en 2007 y hoy cuesta 18.00.

Tal escalada de costos se traduce también en una menor capacidad de la gente para consumir otros productos, ya que de manera constante necesita más recursos para adquirir la misma canasta de bienes y servicios. Es evidente que el bolsillo de los mexicanos está vacío. Dispone de poco o muy poco para destinarlo a alimentos, ropa, calzado y techo para sus familias.

2. En conjunto, estos incrementos afectan sin duda a los asalariados y destrozan a los desempleados. A esta angustia por asegurar la alimentación de las familias hay que sumarle la inquietud por la inseguridad.

3. Es cierto que la economía mexicana ha sido capaz de atraer más ahorro externo y que ha mantenido la estabilidad cambiaria y el déficit presupuestal en niveles razonables. Al mismo tiempo, ha podido enfrentar con cierta eficiencia los vaivenes de los mercados globales. Sin embargo, se ha quedado muy corta en la tarea de combatir la pobreza, alentar el ahorro y la inversión, y ha descuidado la salud del mercado interno.

A los gobiernos de derecha les resulta cada vez más difícil vender la idea de que la estabilidad macroeconómica ha favorecido la distribución del ingreso y el bienestar general de la población. Tan es así que, en los últimos lustros, América Latina ha tomado un viraje hacia el centro-izquierda del espectro político-electoral. Esto es, hacia propuestas progresistas enfocadas hacia el combate a la pobreza.

4. En ese panorama general, México no es la excepción. De acuerdo con cifras presentadas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), en el año 2008, del total de mexicanos, 44.2 por ciento vivía en condiciones de pobreza.

En otras palabras, 36 millones de personas presentaron pobreza moderada (33.7 por ciento de la población) y 11.2 millones padecieron pobreza extrema (10.5 por ciento de la población total).

5. Así, de 2008 al año 2010 se incrementó en 7.6 por ciento el número de mexicanos que no reciben ingresos suficientes para adquirir los productos de la canasta básica, y con el ritmo al que se elevan los precios mes con mes, no habrá programa social emergente que pueda frenar, por no decir revertir, la entrada de nuevos ciudadanos en los terrenos de la pobreza. Esta realidad, no deja en un buen lugar a la administración panista que gobernó México en el periodo 2000-2006, ni tampoco a la actual que terminará en 2012.

6. En cambio, tenemos un gobierno rico en detrimento de ciudadanos pobres. La política instrumentada por el Gobierno federal en los últimos diez años ha faltado a la promesa de mejorar el nivel de vida de los mexicanos, y el problema no es la falta de recursos. Por ejemplo, al finales de 2010, los fondos para el retiro ascendieron a 1,384.9 miles de millones de pesos, que equivalen al 10.8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB); por otro lado, el Banco de México ha acumulado reservas internacionales que rebasan los 130 mil millones de dólares, cuyos costos de almacenamiento son altos, y lo que es aún peor, deja sin destinar recursos al desarrollo interno.

A lo anterior, también hay que sumarle los casi 100 mil millones de pesos en subejercicios, es decir, el dinero que el Gobierno tenía programado para la inversión en diversos programas y que no gastó durante el año. Además de esto, consideremos la recaudación derivada del aumento al precio de las gasolinas y de los excedentes recibidos por el precio internacional del barril de petróleo por encima de 104 dólares, así como el crecimiento en la recaudación y en las tasas impositivas como el Impuesto al Valor Agregado (IVA). Sin duda, buena parte de esos recursos bien podrían canalizarse para reactivar la actividad económica y la creación de empleos.

7. La paradoja económica es que vivimos en un país con indicadores macroeconómicos estables, pero de consumidores pauperizados. Si pensáramos en la población como un bosque, diríamos que desde la altura el conjunto se ve verde y sano, pero al adentrarnos en él, podremos apreciar que muchas de sus especies enfrentan una crisis severa y se marchitan, poco a poco, por falta de nutrientes.

8. La realidad del pueblo mexicano es que no ha podido superar los niveles de pobreza que los gobiernos de la alternancia prometieron, ni encuentra las oportunidades para salir de la situación precaria que prevalece.

9. Una administración que no escucha y no atiende las demandas de su población, no puede presumirse ni asumirse como democrática y representativa. Un buen gobierno lleva implícita la construcción de acuerdos que propicien la justicia social que demanda el pueblo de México.

10. Necesitamos apresurar las reformas pendientes, sobre todo la fiscal y la política. Es primordial redefinir nuestro Proyecto de Nación e impulsar una Patria Nueva y justa que democratice el acceso a las oportunidades y el empleo para las mayorías.

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