miércoles, 12 de enero de 2011

Los sentimientos de una nueva nación, La reforma urgente

Necesitamos reactivar el empleo, para que todas las familias mexicanas mejoren. La llegada del siglo XXI nos obliga a construir herramientas novedosas y eficientes en el servicio público.

La situación en la que viven los más pobres de nuestra sociedad nos exige actuar con audacia y rapidez.

El senador Manlio Fabio Beltrones tiene razón al preguntarse cuál es el camino que estamos construyendo para México. El Presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República asegura que la transición demográfica es un cambio significativo en la próxima década, que debe ser razón para tomar decisiones a tiempo.

Este es el momento de crear empleos y dinamizar el mercado interno; es el tiempo de atraer mayores capitales y consolidar el desarrollo nacional. Es el tiempo de las reformas que nuestro país necesita.

Debemos ser capaces de hacer crecer nuestra economía a ritmos más acelerados. Para ello necesitamos un programa para México que genere empleo para los futuros cinco millones de jóvenes que entrarán al mercado laboral en los próximos años.

Tenemos la obligación de trabajar por los que en veinte años serán adultos mayores y necesitarán un sistema de pensiones que les resuelva sus necesidades más apremiantes.

El trabajo debe ser muy amplio y tiene que llegar a las comunidades más alejadas. Debemos llegar a los indígenas, a los campesinos, a los obreros. Debemos ayudar a las mujeres y a los niños; a los trabajadores, a las cabezas de familia, los adultos mayores que enfrentan nuevos obstáculos en su vida y su salud.

Debemos trabajar por todos aquellos que requieren de un programa de seguridad social; todos aquellos que necesiten mejor educación y mayores oportunidades para el desarrollo de su familia.

Reformar es también una actividad política. En los próximos 10 años el país incrementará su fuerza laboral. Debemos construir desde las instituciones un acuerdo que nos permita generar empleos, disminuir la pobreza y mejorar la calidad de vida de la familia mexicana.

El consenso debe surgir de la convicción, y sobre todo, de la determinación y convencimiento de que México requiere ajustar el rumbo.

Desde el Congreso de la Unión se pueden construir los acuerdos para que el 2011 pueda ser el año del crecimiento en el empleo y la seguridad.

La reforma urgente implica cambios en el gobierno. Una reforma política es inaplazable.

Los nulos resultados de la administración federal hacen evidente la necesidad de articular "propósitos comunes", como lo menciona el senador Beltrones.

Por eso las instituciones de México deben ser las que den el ejemplo a los ciudadanos. Desde ellas debemos evitar el uso de los recursos públicos para fines electorales, debemos fortalecer al Estado como rector de la economía para fomentar el trabajo.

Dice el Gobierno federal que durante 2010 en México se generaron cerca de 700 mil empleos, el mejor registro en los últimos 14 años. Sin embargo, son insuficientes para incorporar año con año a más de un millón de jóvenes que ingresan a la actividad productiva.

Tenemos que definir el rumbo que vamos a tomar en el futuro.

Los problemas más urgentes que debemos resolver son la pobreza y la desigualdad. De igual modo tenemos que encontrar soluciones a la falta de oportunidades para el empleo y disminuir los altos índices de violencia que tenemos en algunas zonas del país.

Ahora es tiempo de construir una nueva nación, con un gobierno capaz de atender a la población, y sobre todo, capaz de entregar resultados.

Asumamos la responsabilidad a través de un programa incluyente, que erradique la desigualdad y que mejore la calidad de vida.

A partir de una alianza con los diversos sectores sociales, podemos construir un verdadero programa para México, que nos permita entrar en la ruta del crecimiento.

La raíz republicana en México nos recuerda que tenemos que poner por delante los intereses de nuestro país con el objetivo de fomentar el desarrollo y el crecimiento.

Ahora que sufrimos una crisis en la seguridad de nuestras familias, tenemos que trabajar por un país unido, consciente, que pueda disminuir sus índices de violencia, que pueda crecer en sus indicadores económicos.

Por eso con gran determinación buscamos articular todos los esfuerzos que nos permitan reformar la producción del campo y las ciudades.

La integración de nuestro país debe ser construida desde un programa nacional de crecimiento, que fortalezca a los gobiernos municipales y estatales.

Debemos encontrar las soluciones de fondo para construir una nueva nación.