miércoles, 19 de enero de 2011

El Acuerdo Nacional, Los sentimientos de una nueva nación

Necesitamos transformar el presidencialismo

Si bien nuestro modelo institucional construido por los diputados constituyentes establece la división y el equilibrio de Poderes, la conducción de la vida pública ordenada y con progreso de la nación se debió en gran medida al liderazgo y capacidad de nuestros Presidentes para lograr consensos.

Estudiosos del tema acuñaron el concepto de la preminencia de las funciones metaconstitucionales del Presidente para explicar sus habilidades de suma y consenso, así como la estabilidad que dio al país durante varias décadas de crecimiento y paz social.

La buena marcha de la nación y sus instituciones en la segunda mitad del siglo pasado prepararon el terreno para la formación de una sociedad participativa, expresiones partidistas sólidas y competitivas, y el arribo de la regularidad democrática, en la que ni el triunfo es para siempre, ni éste es previsible previamente a los procesos electorales.

Con la llegada de la alternancia, los Gobiernos divididos y el régimen de partidos fuertes debemos pensar cómo y hacia dónde transformar el presidencialismo, signo fundamental de la democracia mexicana del siglo XX.

Si lo hacemos, lograremos superar las barreras de comunicación entre los distintos Poderes Públicos.

Si lo hacemos, podremos construir reglas electorales para aumentar la participación ciudadana y fortalecer la credibilidad del mexicano en sus políticos y sus instituciones.

En la opinión pública internacional se dice que el nuestro es de los pueblos que menos cree en su Gobierno y en sus instituciones.

La revaloración de nuestro presidencialismo debe partir de revisar el sistema federal para aprovechar sus ventajas: mejores inversiones, compromisos claros con la sociedad, incluso con medidas que ayuden a eliminar la corrupción.

El senador Manlio Fabio Beltrones propuso la modernización del Sistema Presidencial Mexicano.

Para ello propuso siete "erres" importantes para conseguir esa modernización, a través de distintos matices parlamentarios que, seguramente, fortalecerían la funcionalidad del presidencialismo mexicano.

Entre otras facultades propuso:

Ratificación de los nombramientos del gabinete por el Senado.

Reelección legislativa y en municipios, a efecto de que la rendición de cuentas determine el sufragio ciudadano.

Reorganización del Gobierno federal suprimiendo duplicidades y reduciendo los altos mandos burocráticos.

Referéndum en reformas constitucionales importantes, con excepción de temas fiscales, electorales y de seguridad nacional.

Revocación de mandato en aquellos casos de notoria ineficiencia, incompetencia o conducta lesiva de los servidores públicos electos.

Rendición de cuentas que se base en el Plan Nacional de Desarrollo, combinado con el nuevo formato del informe presidencial, con la figura de la pregunta parlamentaria y la comparecencia bajo protesta de decir verdad.

Regulación económica moderna en la cual diversas comisiones como la Cofetel, la Reguladora de Energía y la de Competencia sean autónomas, funcional y operativamente.

En estas iniciativas coinciden Los Sentimientos de una Nueva Nación, pues son el marco de medidas estratégicas que plantean cómo el Ejecutivo federal, sin dejar la figura presidencial, puede construir políticas públicas eficaces.

Además se pueden construir políticas consensuadas, aceptadas por sus beneficiados y avaladas por todas las fuerzas políticas concurrentes.

La salud, la educación, el combate a la marginación, el aumento de la productividad, el cambio climático, la digitalización, entre otros, son programas sectoriales que requieren estímulo y aliento; requieren además de inversión pública y programas eficaces.

La reforma del presidencialismo es la primera pieza de una reforma mayor; es sin embargo el paso primero sin el cual no es posible dar otros: ¿para qué y hasta dónde? La respuesta es clara: debemos cambiar para mejorar pero sobre todo, cambiar para gobernar y dar resultados utilizando los instrumentos de política institucional.

Este es el camino hacia una nueva nación de justicia y libertades.