miércoles, 2 de mayo de 2012

Biotecnología y desarrollo sustentable. Compromiso del PRI-Verde y Enrique Peña Nieto

Patria Nueva
Fidel Herrera 
2 de mayo de 2012

El avance y evolución que han alcanzado las naciones desarrolladas se ha sustentado en la adopción de decisiones económicas racionales, entendidas como resultado de la evaluación ente el costo de una acción y el beneficio obtenido. A esta visión general, se ha incorporado en los últimos años, el principio de la sustentabilidad para asegurar que la explotación de los recursos naturales no suponga su extinción.
Estos dos conceptos -sustentabilidad y racionalidad económica- alientan hoy el surgimiento de enfoques multidisciplinarios, que bajo el nombre de bioeconomía, abordan los retos ligados al desarrollo económico y a la preservación de los hábitats y la biodiversidad.
La bioeconomía busca integrar el conocimiento aplicado de la teoría económica a casos concretos de estrategias de desarrollo que invariablemente terminan causando deterioro ambiental. El objetivo se logra aprovechando la noción de equilibrio, un concepto compartido en el lenguaje de la economía y la biología.
El modelo bioeconómico llega a dos conclusiones fundamentales que deben ser tomadas en cuenta para diseñar acciones de Gobierno. La primera se relaciona con las actividades económicas que tienen impactos ambientales negativos, aunque sean mínimos, a pesar de que se promocione la sustentabilidad, y la segunda, a que el interés general debe ser superior a la suma de los intereses individuales para poder promover un cambio.
Bajo estos supuestos, la bioeconomía trasciende la frontera de la racionalidad fincada en la ganancia utilitaria empresarial, para adentrarse en el espacio del beneficio colectivo y social.
Algunos estados, destacadamente Veracruz, han tomado medidas relevantes en este tema, como por ejemplo, el impulso que el Centro Virtual de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Veracruzana y el Instituto Veracruzano de Bioenergéticos han dado a la producción de biocombustibles y de otros productos alternos; así como las plantas procesadoras de palma de aceite en Chinameca y Minatitlán. Con estas acciones, Veracruz cuenta hoy con varios de los "clusters" más relevantes en la producción de energías alternativas del país.
La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, por su parte, cuenta con el Proyecto Bioeconómico de México, que a través del Fideicomiso de Riesgo Compartido (Firco), apoya la generación de alternativas energéticas renovables para la producción del sector primario. En 2011, el Firco impulsó un programa dirigido al campo a través de 900 proyectos para el desarrollo de sistemas térmicos solares, de biodigestión, fotovoltaicos y motogeneradores accionados con biogás.
Al mismo tiempo, se abrió la convocatoria 2011-2016 para el Programa de Sustentabilidad de los Recursos Naturales que busca alentar la producción de biocombustibles, biofertilizantes y abonos orgánicos.
Vamos por el camino correcto, pero aún falta mucho por hacer.

Acompañar el desarrollo económico con estrategias de sustentabilidad y protección a los ecosistemas es parte integral de la propuesta política del candidato por la coalición "Compromiso por México" PRI-PVEM, Enrique Peña Nieto. Recordemos que en su gestión al frente del Gobierno del Estado de México, cumplió sesenta compromisos de alto impacto a favor de las nuevas tecnologías y la preservación de los ecosistemas.
México cuenta con los recursos y las capacidades necesarias para promover un modelo de crecimiento que afecte lo menos posible el hábitat y aproveche la enorme riqueza de nuestra biodiversidad. Se trata no sólo de buscar la rentabilidad financiera, sino también la productiva y la social.
El respeto a nuestros sistemas bioecológicos, así como la inversión en desarrollo humano, científico y tecnológico redundarán en el desarrollo social que hoy demanda la Nación. Es tiempo de actuar para transferir nuestras fortalezas en beneficios para todos los mexicanos.

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