jueves, 8 de septiembre de 2011

California Dreamin’

El “sueño americano” ya no se alcanza con sólo cruzar la línea fronteriza que limita nuestra frontera norte con la sur estadounidense, salir airoso de los peligros que implica escapar de “la Migra” y cruzar el río o el desierto en la búsqueda de un empleo que garantice mejores condiciones de vida. Para lograrlo, ahora también hay que luchar por el respeto a los derechos humanos.

En el vecino país, son los migrantes indocumentados quienes realizan el trabajo que ningún ciudadano estadounidense quiere hacer, pero además lo hacen bajo condiciones de discriminación, mal pagados, perseguidos, desiguales, en un país que sigue siendo la meca del progreso y el de las oportunidades laborales del mundo occidental.

Con frecuencia, ese sueño se convierte en pesadilla, especialmente cuando los hijos que migraron con sus padres de manera indocumentada no pueden salir de las sombras para desarrollarse en el país que, para muchos de ellos, es el único que conocen, donde se han enraizado y que conciben como una segunda patria.

En Estados Unidos cada año se gradúan 3 millones de jóvenes de nivel bachillerato, aunque lamentablemente, 65 mil de ellos no lo pueden hacer por su condición de migrantes indocumentados. Pero una luz nace al final del camino y la California Dream Act, o AB 131, fue aprobada en días pasados por la Asamblea local de California. Ahora, todo queda en manos del gobernador Jerry Brown, que de firmarla pasará a la historia como un hombre comprometido con el desarrollo de los pueblos latinos.

Esta legislación local es fundamental, ya que permitirá que estudiantes de padres indocumentados, puedan acceder a los sistemas de financiamiento y becas que otorga el Estado de California, apoyando así las posibilidades de convertirse en hombres y mujeres con mayor preparación para enfrentar el mercado laboral de aquel país.

Si bien se trata de un avance importante, no resuelve de fondo dos problemas: por un lado, la igualdad entre estudiantes residentes e indocumentados ya que los latinos migrantes no podrán tener acceso a las famosas becas Cal Grants sino hasta que se haya garantizado primero el apoyo financiero a los residentes californianos; y por otro, la ley se implementaría hasta 2013, lapso durante el cual gran parte de estos talentos latinos serán deportados y no podrán beneficiarse con la nueva legislación.

Este último punto revela uno de los grandes pendientes en la política migratoria estadounidense: modificar los criterios de deportación, pues en los últimos tres años han sido expulsados cerca de un millón de hispanos, lo cual representa para el presidente Barack Obama un enorme déficit con la primera minoría de los Estados Unidos.

Mientras, en la relación bilateral entre Estados Unidos y México, la obtención de un acuerdo migratorio justo, que dignifique el trabajo y la aportación que nuestros compatriotas realizan en ese país, continúa pendiente.

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