Patria Nueva
Fidel Herrera
25 de abril de 2012
La reforma política aprobada por el
Congreso de la Unión en días pasados es un avance más en la
modernización de nuestro sistema político y en la consolidación de
nuestras instituciones democráticas. Tiene mucha razón el senador Manlio
Fabio Beltrones cuando señala que la reforma alcanzada es la de mayor
calado desde 1997; sólo resta la aprobación de las legislaturas de los
Estados de la República para ser inscrita en nuestra Constitución.
Los que hemos seguido este proceso desde
sus inicios, sabemos que ha sido lento y por momentos difícil, pero
también entendemos que la construcción del entramado legal de cualquier
país es fundamental para su gobernanza, y debe construirse con rigor
para que responda a las demandas de una sociedad cada vez más
participativa y pendiente de los asuntos públicos como es hoy la
mexicana.
Con la aprobación de este proyecto de
ley concluye parcialmente un proceso que inició en 2008 y que ha contado
en todo momento con el apoyo decidido de los senadores y diputados del
PRI, como se reconoce en nuestra Plataforma Política y en los
Compromisos de nuestro candidato a la Presidencia, Enrique Peña Nieto.
Es un gran avance que la reforma
contemple las figuras de iniciativa ciudadana y consulta popular, ello
nos permitirá contar con procesos democráticos más abiertos. Ambas
adiciones rompen las cadenas de un proceso legislativo acotado
tradicionalmente a diputados federales y locales, al Presidente de la
República y a los gobernadores.
Mediante la consulta popular, los
ciudadanos podremos promover iniciativas de ley, así como reafirmar
propuestas de reforma legal o administrativa. Es de esperarse que con
este mecanismo el país podrá remover los obstáculos que impiden la
aprobación de las llamadas reformas estructurales.
En materia electoral, la aprobación de
candidaturas independientes abre un canal de participación ciudadana en
la vida democrática sin la intervención de los partidos políticos. Con
esta reforma, dejarán de ser el único vehículo reconocido por la ley
para acceder a cargos de elección popular; condición, que los obligará a
ser más competitivos y democráticos en sus procesos internos.
Por otro lado, la aprobación de los
procedimientos para sustituir al presidente en caso de falta absoluta,
cancela la posibilidad de que una situación extraordinaria o imprevista
pudiera poner en peligro la estabilidad política de la nación.
En ese sentido, también se establecen
mecanismos alternos para que el presidente electo rinda protesta en el
caso de que en el Congreso de la Unión no existieran las condiciones
para hacerlo. Con esta vía, se elimina la posibilidad de que presiones
políticas impidan la renovación de poderes.
La institución presidencial se ve
fortalecida a través de la iniciativa preferente al obligar al Congreso a
dictaminar las iniciativas del Poder Ejecutivo durante los periodos
legislativos ordinarios. En paridad, la ratificación de los comisionados
de los órganos reguladores del Estado es signo del fortalecimiento del
Congreso frente a la institución presidencial. La aprobación de este
mecanismo acerca a nuestro sistema político a prácticas propias de un
sistema parlamentario.
Finalmente, la eliminación de la
cláusula de gobernabilidad de la Asamblea Legislativa del Distrito
Federal, permitirá que la representación en este órgano se obtenga a
partir del resultado que impongan los electores, y no de manera
artificial como viene sucediendo.
Felicito a todos los legisladores que
aprobaron esta reforma, en particular a los representantes de mi
partido, el PRI, porque siempre han estado a la vanguardia en las
iniciativas de gran calado como la recientemente aprobada.
¡Mi reconocimiento a todos!
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