miércoles, 27 de junio de 2012

G-20, agenda del futuro

21 de Junio de 2012

La cumbre llevada a cabo en días pasados en Los Cabos, Baja California Sur, reunió a mandatarios de los veinte países más desarrollados y emergentes del mundo. El G-20 tuvo como gran reto establecer una agenda de futuro, cuyas políticas públicas incidan en la disminución de la pobreza y la desigualdad en el mundo, que apuntalen el empleo en el corto plazo, y sobre todo que generen confianza para recuperar la estabilidad global.
El desafío está en conciliar una alternativa que permita aliviar la crisis de la zona euro, pues los enfoques para atenderla están divididos. Por un lado, la perspectiva alemana liderada por Angela Merkel, considera necesario diseñar un plan de choque al estilo ordotoxo, es decir, reducción total de déficits de gobierno, disminución de importaciones, control de salarios, y reducción de gastos superfluos, hecho que llevará a los países en crisis a aceptar una política económica con altos costos sociales, como los que ya se vivieron en América Latina durante los años ochenta del siglo pasado.
Por el otro lado está la postura de Francia, encabezada por François Hollande, quien sostiene que las economías del G-20 deben ser más solidarias con los países en problemas, a efecto de establecer un plan de rescate financiero que evite los altos costos sociales.
En el fondo, las dos posiciones contribuyen a la solución de la problemática de los países en crisis; no se puede pensar en una sin la otra, por lo cual el dilema se centra en los escenarios adversos que la situación actual de España y de Grecia pudieran generar en la economía global ante la perspectiva de no encontrar una solución a corto plazo.
Es claro que la vista está puesta sobre la única economía que hoy cuenta con la cantidad de recursos excedentes para lograr —vía el Fondo Monetario Internacional— el rescate financiero de los países europeos con problemas. Me refiero a China, país que bajo el liderazgo de Hu Jintao, ha logrado alcanzar una gran solidez económica.
Evitar la crisis de Grecia y de España, en ese orden, es fundamental para la recuperación económica mundial. Si bien la producción del mundo crecerá en los próximos años, el efecto dominó que generan los colapsos económicos podría ser de muy altos costos, sobre todo si los pasivos de la banca privada europea afectan las posibilidades de retomar el crecimiento económico y la generación de empleos. Este es el principal reto del G-20.

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