Patria Nueva
Fidel Herrera Beltrán
18 de abril de 2012
México implementó a lo largo de treinta
años, entre 1952 y 1982, un modelo económico-social sustentado en la
estabilidad y el crecimiento sostenido, que impactó positivamente el
poder adquisitivo de su población. De hecho, durante esos años se acuñó
la frase "el milagro mexicano" para describir los aciertos de una
generación de estadistas que impulsaron con determinación la generación
de empleos ligados al desarrollo del sector industrial y agrícola
nacional.
Sin embargo, este modelo de desarrollo
mostró sus debilidades en México y América Latina durante la década de
los años ochenta; a partir de entonces las políticas de corte
monetarista y neoliberal han resultado insuficientes para garantizar que
los salarios que percibe la clase trabajadora alcancen para satisfacer
sus requerimientos mínimos de subsistencia.
El sustento de esta observación se
encuentra en la evidencia obtenida por los estudios que desde el año
2000 ha desarrollado el Centro de Análisis Multidisciplinario de la
UNAM.
Los resultados de esta investigación
revelan que de 2000 a 2006, el poder de compra del salario mínimo
disminuyó 22.8 por ciento comparado con el incremento de precios de la
canasta básica en ese mismo periodo, mientras que entre 2006-2012 su
pérdida de poder adquisitivo se situó en 42 por ciento.
Hoy, los mexicanos necesitan 198 pesos
diarios para comprar los productos básicos que adquirían en 2006 con 81
pesos. Si comparamos el salario mínimo vigente más alto, es decir, el de
la zona "A", un trabajador obtiene por ocho horas de trabajo 62.33
pesos por día, esto es, 135 pesos menos de lo que necesitaría para estar
en posibilidad de proveer un piso mínimo de satisfactores para una
familia integrada por dos adultos, un adolescente y dos niños.
Ante el complejo escenario económico que
se refleja en la cotidianeidad de la población mexicana, la convicción
del candidato de la Alianza Compromiso por México, Enrique Peña Nieto,
de sacar de la pobreza alimentaria a 21 millones de mexicanos, reviste
trascendental importancia.
México requiere dinamizar en el plazo
inmediato su economía para crecer, y como ya lo ha mencionado el
candidato priísta, necesita hacerlo a un ritmo anual de cinco a seis
puntos porcentuales del PIB, y es que por cada punto de crecimiento se
crean 200 mil empleos directos. La clave, me parece, es apostarle al
campo y establecer una serie de políticas que detonen nuevos proyectos
productivos. Sólo así se cumplirá la meta de crear el millón de empleos
anuales que demanda la incorporación de nuestros jóvenes a la actividad
productiva.
Muy relacionado con el compromiso
anterior, está el de incrementar en un 45 por ciento la matrícula de
educación superior actual. Ello permitiría a nuestro país aprovechar el
bono demográfico que no podemos darnos el lujo de desatender, así
nuestros futuros trabajadores estarán más preparados para obtener los
empleos que se generen a través de la inversión productiva.
Pedimos productividad de nuestros
trabajadores, en correspondencia tenemos la obligación de ofrecerles
empleos y salarios justos que les permitan contar con ingresos
suficientes para adquirir los insumos de la canasta básica que hoy lucen
lejanos para sus bolsillos.
Lograr el mejoramiento de los salarios
es una condición necesaria para el desarrollo de los mexicanos, y como
bien señala Enrique Peña Nieto sólo hay un camino: el del crecimiento
económico.
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