Opinión de
Pesos y Contrapesos
Pesos y Contrapesos
Arturo Damm Arnal
No acostumbro usar Pesos y Contrapesos para ventilar asuntos personales, es decir, estrictamente personales, sin nada que ver con los asuntos que normalmente atiende un periodista, pero es de gente bien nacida ser agradecida y este medio es el mejor que tengo a la mano para hacerlo, ¡y agradecimiento a quien agradecimiento merece!
Les cuento. Todas las Semanas Santas nos juntamos mi familia, todos mis cuñados (de quienes no voy a decir que son como mis hermanos, porque son mis hermanos) y sus familias, en casa de mi suegra (que para todo efecto es mi segunda madre), en Veracruz, en donde disfrutamos de una convivencia maravillosa, que incluye desde los insuperables ceviches que prepara mi suegra, hasta los paseos en kayak por el río, sin pasar por alto las amenas sobremesas. Es en esas ocasiones cuando recuerdo el poema de Zaid en el cual habla "de aquella paz de la vida en lo suyo".
Entre las cosas que yo hago en Veracruz, es salir temprano a andar en bicicleta, aprovechando los bulevares y el malecón, un trayecto que va desde del fraccionamiento El Estero, en Boca del Río, hasta La Parroquia del malecón, ida y vuelta, en un recorrido de más o menos 30 kilómetros.
En eso estaba yo el miércoles 31 de marzo cuando, por una idiotez de mi parte, ¡sí, total y absoluta falta de prudencia de mi parte!, sufrí un accidente que me costó varios golpes fuertes en el lado izquierdo de la cara, dos cortadas que necesitaron suturas, un hematoma en el ojo izquierdo que me le ha mantenido cerrado desde entonces, una contracción brutal en el cuello, y desgarramientos en los músculos del hombro derecho, que me lo mantendrán inmovilizado por lo menos tres semanas (estoy escribiendo este artículo a una mano). Si la estoy contando es porque llevaba casco, que quedó hecho pedazos.
El hecho es que no habían pasado dos minutos del accidente, del que fui inmediatamente auxiliado por José Luis Yunes y su esposa, una pareja de corredores que pasaba por el lugar y que en ese momento se convirtieron en verdaderos ángeles de la guarda, cuando llegó una ambulancia, con un chofer y una doctora, que me llevaron al Hospital Regional, en donde me atendieron de maravilla, desde la rapidez hasta la amabilidad. Cuando pregunté a quien debía yo tantas atenciones la respuesta fue "al gobernador".
El hecho es que me accidenté frente al departamento que Fidel Herrera tiene en Veracruz y ocurrió en el momento en el cual el gobernador se estaba rasurando y presenció lo que me ocurrió, razón por la cual ordenó que se me atendiera inmediatamente, cosa que se hizo no sólo con rapidez, sino con amabilidad y eficacia. Por ello, señor gobernador, muchísimas gracias.
No puedo terminar este artículo sin darle las gracias a mi ángel de la guarda mayor, mi Milagros, y a mis tres guardaespaldas, Arturo, Gerardo y Ricardo.
arturodamm@prodigy.net.mx
Fuente:La Crónica de hoy http://www.cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=498698
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