miércoles, 28 de abril de 2010

Fidel Herrera de carne y hueso

Tras terminar su gubernatura con grandes logros y buena aceptación popular, de acuerdo con algunas encuestas el mandatario veracruzano ya es señalado por algunos correligionarios como otro posible candidato que podría contender en la carrera por la Presidencia de la República.

Un joven brillante
Desde joven Fidel Herrera tuvo una gran habilidad para jugar beisbol. Quienes le conocieron le auguraron una buena carrera dentro de ese deporte, no en vano le pagaban por jugar, pero él prefirió otro pasatiempo todavía más rudo: la política. Si en el “rey de los deportes” encontró la disciplina para seguir adelante, en la política halló sus máximas satisfacciones.
Fue el mayor de 5 hijos de la madre soltera y maestra veracruzana María Beltrán Vallecillo. Herrera nació hace 61 años en la congregación de Nopaltepec, municipio de Cosamaloapan, Ver., ubicado en la cuenca baja del Papaloapan, enorme “cuerno de la abundancia”, propicio para el cultivo de caña de azúcar, plátano macho, mango manila, piña, arroz, frijol y maíz, entre otros productos que sostienen la economía de la región del Sotavento.
El niño se crió con su madre y con su abuela, Celia Vallecillo, quien enviudó a los 16 años quedándose al frente de 5 hijos. Su abuelo, Lucio Beltrán, fue líder agrario y defensor de tierras, muerto a balazos por “guardias blancas”.
La madre preparaba dulces y longaniza, que Fidel y sus hermanos vendían por las tardes para ganar entre 10 y 12 pesos diarios: —No había de otra, estudiaba y trabajaba, éramos pobres. Mi madre fue una mujer abnegada, dedicada e inteligente. Fumaba cigarros “Alas Azules”. Decidió estudiar para maestra rural en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio e impartir clases. Con ella tuve una cercana relación, aunque no duró mucho tiempo, pues murió a los 42 años de edad, víctima de un aneurisma —recuerda el político veracruzano.
Su abuela tenía un puesto ambulante donde vendía zapatos que compraba en Córdoba cada fin de semana hasta que logró tener un estanquillo. Herrera la recuerda como una mujer trabajadora y luchona. Refiere que una tarde, doña Celia tomó entre sus manos la “Cartilla o Silabario de San Miguel”, que servía para aprender a leer, ilustrado con la estampa de este arcángel, sosteniendo en una mano una espada en llamas y aplastando con el pie a un demonio, seguida de una leyenda: “La soberbia desechad, niños en toda ocasión. Que al humilde Dios le ayuda y le da su bendición”. Esto le quedó tan grabado que no duda en aplicarlo en su vida.
El niño Fidel aprendió a leer y a escribir, aun antes de iniciar la escuela, con la ayuda de “doña Elvira”, una mujer alegre y bailadora de danzón a quien acompañó a varios concursos de baile y que era una especie de ayudante materna.
«Mi vida en el pueblo fue muy bonita, era pobre pero libre y feliz. Soy el primer gobernador de Veracruz que no nació en una ciudad, nací en una ranchería hermosa rodeada de cañaverales a los que regresaba en vacaciones. Cuando estudié la maestría en Londres regresé a mi terruño mientras mis compañeros partían a Grecia o a Noruega», rememora Herrera.

Fuente: Revista Contenido, publicación mayo 2010


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