Desde la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, Brasil, en 1992, la preservación del agua se convirtió en un tema global de la mayor relevancia. En aquel momento, el escenario de una sociedad mundial con carencias del vital líquido, se planteó la urgencia de preparase ante la posibilidad de la presencia de hambrunas, situación frente a la cual hoy en día África es el continente más vulnerable.
Para América Latina, cuyos territorios cuentan con una gran diversidad de ecosistemas y enormes recursos hídricos, la falta de agua parecía sólo un referente académico. Muy poco se pensó en sequías o territorios desérticos, más allá de los que ya existían en zonas delimitadas.
Lo cierto es que el futuro que se planteaba en 1992 nos está alcanzando. Hoy contamos con mejores sistemas de recolección y distribución de agua, más plantas de tratamiento, mayor cultura de su cuidado, pero también más población, lo que genera un efecto de escasez y, por tanto, mayores presiones sociales y económicas, ineludibles de atender y de tener presentes.
Para los Estados que enfrentan inventarios limitados del vital líquido, desabasto, baja recuperación de los acuíferos, contaminación y sobreexplotación de mantos freáticos y pozos, cuidar el agua es prioridad de seguridad nacional.
México no está ajeno a esta problemática; la distribución de este recurso es desigual a lo largo del territorio nacional y las concentraciones poblacionales en los centros urbanos presionan las fuentes existentes poniéndolas al borde de su inviabilidad por el derroche y consumo excesivo, que combinado con el efecto contaminante de ríos y cuerpos de agua, cierra un círculo negativo que amenaza nuestro desarrollo.
Si continuamos la tendencia actual de consumo de agua, su disposición disminuirá de 4,090 metros cúbicos que teníamos en el año 2010 a 3,815 en el 2030. Revertir este fenómeno implica ejecutar una política pública enfocada al fortalecimiento de una cultura hídrica, la ampliación y mejoramiento de la infraestructura hidráulica, e inversión en descontaminación y desalinización, para que la dotación de este vital recurso para el consumo humano, la industria y el campo no disminuya, acciones que atinadamente ya impulsa el Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Juan José Guerra Abud.
El agua es responsabilidad de todos, por lo que es urgente reforestar, reciclar, rehabilitar y cuidar nuestros recursos naturales.
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