viernes, 8 de marzo de 2013

PRODUCCIÓN AGROPECUARIA Y DESARROLLO


En la última década, la productividad del campo mexicano ha sufrido un claro descenso. El sector agroalimentario dejó de ser el motor del desarrollo nacional, a pesar de que hubo décadas donde contribuyó hasta con el 15 por ciento del Producto Interno Bruto nacional. Actualmente participa con tan sólo el 3.6 por ciento.
Recuperar la capacidad de México para producir sus propios alimentos y alcanzar la autosuficiencia alimentaria, combatiendo de esta manera la insuficiencia nutricional que aflige a una parte significativa de la población, es una prioridad ineludible. Así lo postula el nuevo programa de trabajo de la administración federal y que fue anunciado en Culiacán, Sinaloa, por el presidente Enrique Peña Nieto, durante la firma del Convenio de Colaboración para el Desarrollo Agropecuario.
México no puede seguir importando granos como maíz, frijol y arroz —que son la base de la dieta tradicional de su población— para satisfacer la demanda interna. Estas gramíneas bien pueden ser producidas internamente. Incluso podríamos alcanzar excedentes destinados a su exportación como lo hicimos por años, lo cual redundaría en mejores niveles de vida para los trabajadores del campo, eliminar la dependencia de la cada día más cara oferta internacional y una significativa entrada de divisas para el país.
Transferencia tecnológica, construcción de infraestructura hidroagrícola y mantenimiento de la ya existente para aumentar la capacidad de riego e incorporar nuevas hectáreas ociosas al cultivo, son elementos clave para incentivar la productividad agropecuaria, la cual requiere además de esquemas innovadores de financiamiento, seguimiento y evaluación para corregir el rumbo cuando sea necesario.
Por otro lado, la productividad del campo no sólo es un tema de recursos, pues implica también un cambio cultural en los esquemas de apoyo que actualmente se aplican con la intención de agregar valor a la producción agropecuaria. Es menester fortalecer el mercado interno, mejorar los canales de comercialización para contrarrestar el intermediarismo y alentar la vocación exportadora donde corresponda.
La fuerza laboral agrícola mexicana es de las mejores del mundo, sólo hay que darle la oportunidad de demostrar su capacidad para echar a andar un motor estratégico del desarrollo nacional. Los productores están listos para transformar a México y sumarse con energía a la estrategia nacional que impulsa el gobierno de la República. El objetivo es claro: elevar la competitividad agropecuaria para garantizar nuestra soberanía alimentaria.

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