Las formas de hacer campaña, incluso de hacer política, han cambiado. El objetivo electoral de los candidatos, antes llamado votante indeciso, es ahora el internauta. Se trata de un ciudadano que lee, opina libremente y participa en los nuevos procesos democráticos que se instalan con velocidad en el ciberespacio. La carrera presidencial que vivimos en México no puede entenderse sin la propaganda y oferta política que se difunde en el escenario virtual.
De hecho, la próxima elección federal en la que se elegirá al titular del Poder Ejecutivo Federal, será la primera en probar el impacto de esta nueva configuración de las comunicaciones digitales que empujan hacia una mayor participación social. Recordemos que este factor fue crucial en las elecciones estadounidenses de 2008, donde obtuvo el triunfo el ahora presidente Barack Obama.
Y es que la era digital ha marcado un parteaguas en la historia moderna al permitir una nueva forma de relación entre la sociedad, pues es la ciudadanía la que emite los mensajes, la que marca la agenda y la que retroalimenta los contenidos del debate público al instante. El impacto de las redes sociales, como instrumento de propaganda política, es muy relevante: el 59 por ciento de los usuarios de internet en nuestro país tiene 18 años o más y cerca de la mitad del total de los cibernautas pertenecen a la clase media.
Dentro de ese espacio virtual, la principal red social del planeta es Facebook, la cual se ha convertido en el escenario cibernético donde la mayoría de los candidatos plasman su oferta política y difunden sus mensajes. Nuestro país ocupa el sexto lugar en usuarios de este sistema a nivel mundial. Tan sólo en el último año pasó de 15.5 a 28.5 millones de consumidores. Esa magnitud de usuarios activos, obliga a todos los aspirantes a apuntar su estrategia mediática hacia la mediana de la población internauta.
Igualmente, recordemos que en la próxima elección federal, participarán por primera vez 9 millones de electores, que en su gran mayoría están familiarizados en el uso de las redes sociales. A este grupo habrá que sumar a los sectores más preparados de la sociedad, que junto a los votantes que aún no revelan su preferencia política, los llamados indecisos, orientarán con su voto el rumbo que habrá de tomar el país en los próximos seis años.
Habremos todos de cuidar que los mensajes transmitidos a través de estos canales mantengan un sentido propositivo y privilegien las ideas sobre los ataques y las campañas negativas. Estoy convencido que el éxito de la batalla electoral en el ciberespacio dependerá de una estrategia que permita, a través de una oferta política auténtica y real, construir las redes y los consensos que conquisten el apoyo del internauta votante.
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