por Fidel Herrera Beltrán
Hace pocos días y con motivo de la presentación ante el Congreso de la iniciativa de ley sobre reforma energética del Partido Revolucionario Institucional, tuve la oportunidad de releer los discursos completos de Don Jesús Reyes Heroles, en particular aquellos que tienen que ver con su paso como director general de Petróleos Mexicanos.
Se trata de una vieja edición de la Secretaría de Capacitación Política del PRI que he consultado y que seguiré consultando, por la vigencia y claridad que posee. Me impactó la visión histórica y los conceptos siempre nacionalistas que Don Jesús, establecía como premisas básicas en el marco de la simbiosis que existe entre patria y petróleo.
No me aparte un ápice de la visión de Reyes Heroles cuando presente nuestra aportación a la iniciativa de reforma energética, que los medios denominaron la "Tercera Vía", y que fue incluida de manera integra en el documento presentado por mi partido.
De manera accidental me tope con un discurso que en su tiempo me impresionó, y que hoy más que nunca es conveniente recordar. Se trata del acto de clausura de la Asamblea Constitutiva del Movimiento Nacional de la Juventud Revolucionaria, en Querétaro, el 4 de marzo de 1973. Estuve presente en ese evento, y como al resto de mi generación, sus palabras marcaron mi vida pública.
Comparto con los lectores algunos párrafos para dar cuenta de su vigencia y pertinencia: "Las nuevas generaciones están desempeñando un papel muy importante en la renovación o reforma política nacional, siguiendo lo que ya en México es una tradición: el entreveramiento de generaciones, su enlace, que ha permitido a nuestro país mantener la movilidad política, la continuidad y la innovación, conjugando los ímpetus juveniles con la serenidad y prudencia que da la experiencia".
No es un fenómeno nuevo y no se trata de escamotear el conflicto generacional recurriendo a un viejo expediente: Ofrecer posiciones por convicciones. Por una parte, es un punto programático de nuestro partido no creer en los conflictos generacionales, el sostener que estos son artificiales y tienden a encubrir los conflictos reales de la sociedad. Por otra parte, lo que está ocurriendo es lo mismo que ya ha ocurrido en nuestra historia.
Un repaso sobre las edades de nuestros dirigentes políticos en la lucha por la independencia, por el triunfo del liberalismo y en la batalla contra la Intervención, así como sobre los precursores y actores de nuestra Revolución, basta para convencernos de que asistimos a un procedimiento probado en el curso de nuestra historia. Sólo el antiguo régimen, el porfirismo, gobernó prácticamente como una generación cerrada, contenida en sí misma, cortando la movilidad política, estacionando generaciones, lo que bien puso haber sido una de las cusas de su estrepitosa caída.
Mas la mala memoria o el poco cuidado que se pone en el análisis de los acontecimientos políticos cotidianos hacen que se vean como nuevos o insólitos hechos que, en el fondo, implican una relación histórica.
Si a ello añadimos el afán de la simplificación, nos explicamos las exageraciones que han surgido y la contienda, que con escenario artificial, sin base alguna de sustentación, se ha montado: hay una sustitución rápida, violenta de los adultos y los viejos, a quienes se les manda a su casa, por los adolescentes, los casi niños. Lo prematuro está sucediendo a lo maduro o demasiado maduro.
Esclavizados a las exageradas simplificaciones, se afirma que los biológicamente adultos o viejos acaparan la experiencia, tienen su monopolio. ¡Como si la vasta experiencia que se requiere para gobernar se pudiera adquirir en el lapso corto, cortísimo, de una vida!; ¡como si no se pudiera aprender sino en cabeza propia!; ¡como si algunas cosas que saben los viejos más valdría no saberlas!; ¡como si la posibilidad de aprender no fuera, con frecuencia, más importante que no saber olvidar! De exageración en exageración, se llega a decir: se está sustituyendo a los hombres que estaban dotados de experiencia, hábiles y probados, por aquellos que empiezan, faltos de sabiduría, ciencia o juicio, o en otras palabras, se está cambiando a los que saben, por los incipientes con "c" y los insipientes con "s".
Los biológicamente jóvenes, que han ascendido y que seguirán ascendiendo a la responsabilidad política, tiene sus años de formación y sus años de gestión sobre la base de que unos y otros son inseparables.
¡No!, no asistimos a un ilógico súbito cambio de generaciones. Se está haciendo hoy lo que se ha hecho ayer y antes de ayer: No quitar la escalera después de que se ha usado para el ascenso a la responsabilidad política.
La escalera se mantiene, permanece, y que no se olvide que la movilidad política es válvula de seguridad para el régimen revolucionario.
Se entreveran las generaciones, se entrelazan, y siguiendo el método de años de preparación y años de gestión, se evitan las caídas hacia arriba, más dolorosas que las caídas abajo.
La juventud tiene, junto con los adultos y los viejos de nuestro partido, una dura tarea: movilizar al pueblo, hacer que la conciencia popular se convierta en irrefrenable actividad popular, que el pueblo se movilice en apoyo de aquellas transformaciones que sólo con él pueden hacerse. No creemos en los gobiernos desde arriba; nuestro gobierno sólo marchará si se logra la movilización popular".
Hoy recordamos a Don Jesús Reyes Heroles.
Hace pocos días y con motivo de la presentación ante el Congreso de la iniciativa de ley sobre reforma energética del Partido Revolucionario Institucional, tuve la oportunidad de releer los discursos completos de Don Jesús Reyes Heroles, en particular aquellos que tienen que ver con su paso como director general de Petróleos Mexicanos.
Se trata de una vieja edición de la Secretaría de Capacitación Política del PRI que he consultado y que seguiré consultando, por la vigencia y claridad que posee. Me impactó la visión histórica y los conceptos siempre nacionalistas que Don Jesús, establecía como premisas básicas en el marco de la simbiosis que existe entre patria y petróleo.
No me aparte un ápice de la visión de Reyes Heroles cuando presente nuestra aportación a la iniciativa de reforma energética, que los medios denominaron la "Tercera Vía", y que fue incluida de manera integra en el documento presentado por mi partido.
De manera accidental me tope con un discurso que en su tiempo me impresionó, y que hoy más que nunca es conveniente recordar. Se trata del acto de clausura de la Asamblea Constitutiva del Movimiento Nacional de la Juventud Revolucionaria, en Querétaro, el 4 de marzo de 1973. Estuve presente en ese evento, y como al resto de mi generación, sus palabras marcaron mi vida pública.
Comparto con los lectores algunos párrafos para dar cuenta de su vigencia y pertinencia: "Las nuevas generaciones están desempeñando un papel muy importante en la renovación o reforma política nacional, siguiendo lo que ya en México es una tradición: el entreveramiento de generaciones, su enlace, que ha permitido a nuestro país mantener la movilidad política, la continuidad y la innovación, conjugando los ímpetus juveniles con la serenidad y prudencia que da la experiencia".
No es un fenómeno nuevo y no se trata de escamotear el conflicto generacional recurriendo a un viejo expediente: Ofrecer posiciones por convicciones. Por una parte, es un punto programático de nuestro partido no creer en los conflictos generacionales, el sostener que estos son artificiales y tienden a encubrir los conflictos reales de la sociedad. Por otra parte, lo que está ocurriendo es lo mismo que ya ha ocurrido en nuestra historia.
Un repaso sobre las edades de nuestros dirigentes políticos en la lucha por la independencia, por el triunfo del liberalismo y en la batalla contra la Intervención, así como sobre los precursores y actores de nuestra Revolución, basta para convencernos de que asistimos a un procedimiento probado en el curso de nuestra historia. Sólo el antiguo régimen, el porfirismo, gobernó prácticamente como una generación cerrada, contenida en sí misma, cortando la movilidad política, estacionando generaciones, lo que bien puso haber sido una de las cusas de su estrepitosa caída.
Mas la mala memoria o el poco cuidado que se pone en el análisis de los acontecimientos políticos cotidianos hacen que se vean como nuevos o insólitos hechos que, en el fondo, implican una relación histórica.
Si a ello añadimos el afán de la simplificación, nos explicamos las exageraciones que han surgido y la contienda, que con escenario artificial, sin base alguna de sustentación, se ha montado: hay una sustitución rápida, violenta de los adultos y los viejos, a quienes se les manda a su casa, por los adolescentes, los casi niños. Lo prematuro está sucediendo a lo maduro o demasiado maduro.
Esclavizados a las exageradas simplificaciones, se afirma que los biológicamente adultos o viejos acaparan la experiencia, tienen su monopolio. ¡Como si la vasta experiencia que se requiere para gobernar se pudiera adquirir en el lapso corto, cortísimo, de una vida!; ¡como si no se pudiera aprender sino en cabeza propia!; ¡como si algunas cosas que saben los viejos más valdría no saberlas!; ¡como si la posibilidad de aprender no fuera, con frecuencia, más importante que no saber olvidar! De exageración en exageración, se llega a decir: se está sustituyendo a los hombres que estaban dotados de experiencia, hábiles y probados, por aquellos que empiezan, faltos de sabiduría, ciencia o juicio, o en otras palabras, se está cambiando a los que saben, por los incipientes con "c" y los insipientes con "s".
Los biológicamente jóvenes, que han ascendido y que seguirán ascendiendo a la responsabilidad política, tiene sus años de formación y sus años de gestión sobre la base de que unos y otros son inseparables.
¡No!, no asistimos a un ilógico súbito cambio de generaciones. Se está haciendo hoy lo que se ha hecho ayer y antes de ayer: No quitar la escalera después de que se ha usado para el ascenso a la responsabilidad política.
La escalera se mantiene, permanece, y que no se olvide que la movilidad política es válvula de seguridad para el régimen revolucionario.
Se entreveran las generaciones, se entrelazan, y siguiendo el método de años de preparación y años de gestión, se evitan las caídas hacia arriba, más dolorosas que las caídas abajo.
La juventud tiene, junto con los adultos y los viejos de nuestro partido, una dura tarea: movilizar al pueblo, hacer que la conciencia popular se convierta en irrefrenable actividad popular, que el pueblo se movilice en apoyo de aquellas transformaciones que sólo con él pueden hacerse. No creemos en los gobiernos desde arriba; nuestro gobierno sólo marchará si se logra la movilización popular".
Hoy recordamos a Don Jesús Reyes Heroles.
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